Fue el clamoroso triunfo comercial del pintor en Estados Unidos lo que le permitió acercarse en Hollywood a su objeto de deseo. Alfred Hitchcock le requirió para que diseñase los fantasmas culpabilizadores de Gregory Peck en Recuerda (1945). Mientras que Walt Disney, tras su ensayo musical de Fantasía, le propuso el experimento titulado Destino, cuyos despojos han sido recuperados recientemente. Pero su amistad con su admirado Harpo Marx no le sirvió para convencer a la muy conservadora Metro-Goldwyng Mayer que le permitiera dirigir al trío Marx en una fantasía que no encajaba con su canon comercial. Se publicó por entonces que dirigiría a Greta Garbo en un filme titulado Alma. Pero tendría que reservar su creatividad audiovisual en aquel país para una breve pieza televisiva muy artesana que grabó en Nueva York con el título de Creación y caos y que sería rescatada muy tardíamente.
Dalí produjo su testamento audiovisual para la televisión alemana al final de su carrera, con el título Recuerdos de la Alta Mongolia, una aplicación muy creativa de la microfotografía al lenguaje audiovisual que dio forma a sus fantasmas exóticos. El cine sería para Dalí, en definitiva, un sueño incumplido que solo pudo proyectar en la pantalla interior de su conciencia.
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